Thursday 1 November 2007

Uno de Noviembre

¡Feliz día de Todos los Santos a todos!

La fiesta de Todos los Santos es un poco rarita, ¿a que sí?...más que nada por la costumbre ranciocatólicaespañola de ir a sacarle brillo a la tumba de familiares y serios queridos, ramo de claveles en mano en plan obertura de "Volver".

Aunque bien pensado, así al menos se recuerda a los muertos por un día en un país donde los cementerios están entapiados no vaya a ser que se escape alguien.

Pero también hay una tradición, mucho más bonita y laica: Representar la inmortal obra de Juan de Zorrilla "Don Juan Tenorio". Desde di-que-sí, y puesto que la Di no ha tenido tiempo éste año de fabricar una lámpara-calabaza (si no lo habéis hecho nunca os lo aconsejo: Es requetefácil y los resultados son impresionantes. La luz de la lámpara-calabaza es muy bonita. Yo suelo hacerla con uno de los triángulos de los ojos invertidos, así parece que está guiñando un ojo) al menos representaremos en el blog la escena más famosa de Don Juan. Sí, aquella de "No es verdad, ángel de amor".

Y es que nada mejor para santificar las fiestas de forma laica que echar mano de la literatura.




Escena III

Dichas y DON JUAN.

DON JUAN
¿Adónde vais, doña Inés?

DOÑA INÉS
Dejadme salir, don Juan.

DON JUAN
¿Que os deje salir?

BRÍGIDA
Señor,
sabiendo ya el accidente
del fuego, estará impaciente
por su hija el Comendador.

DON JUAN
¡El fuego! ¡Ah! No os dé cuidado
por don Gonzalo, que ya
dormir tranquilo le hará
el mensaje que le he enviado.

DOÑA INÉS
¿Le habéis dicho...?

DON JUAN
Que os hallabais
bajo mi amparo segura,
y el aura del campo pura
libre por fin respirabais.

(Vase BRÍGIDA.)
Cálmate, pues, vida mía;
reposa aquí, y un momento
olvida de tu convento
la triste cárcel sombría.

¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor,
que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor?
Esta aura que vaga llena
de los sencillos olores
de las campesinas flores
que brota esa orilla amena;
esa agua limpia y serena
que atraviesa sin temor
la barca del pescador
que espera cantando el día,
¿no es cierto, paloma mía,
que están respirando amor?
Esa armonía que el viento
recoge entre esos millares
de floridos olivares,
que agita con manso aliento,
ese dulcísimo acento
con que trina el ruiseñor
de sus copas morador
llamando al cercano día,
¿no es verdad, gacela mía,
que están respirando amor?
Y estas palabras que están
filtrando insensiblemente
tu corazón, ya pendiente
de los labios de don Juan,
y cuyas ideas van
inflamando en su interior
un fuego germinador
no encendido todavía,
¿no es verdad, estrella mía,
que están respirando amor?
Y esas dos líquidas perlas
que se desprenden tranquilas
de tus radiantes pupilas
convidándome a beberlas,
evaporarse a no verlas
de sí mismas al calor,
y ese encendido color
que en tu semblante no había,
¿no es verdad, hermosa mía,
que están respirando amor?
¡Oh! sí, bellísima Inés,
espejo y luz de mis ojos;
escucharme sin enojos
como lo haces, amor es;
mira aquí a tus plantas, pues,
todo el altivo rigor
de este corazón traidor
que rendirse no creía,
adorando, vida mía,
la esclavitud de tu amor.


DOÑA INÉS
Callad, por Dios, ¡oh don Juan!,
que no podré resistir
mucho tiempo sin morir
tan nunca sentido afán.
¡Ah! Callad, por compasión,
que oyéndoos me parece
que mi cerebro enloquece
y se arde mi corazón.
¡Ah! Me habéis dado a beber
un filtro infernal sin duda,
que a rendiros os ayuda
la virtud de la mujer.
Tal vez poseéis, don Juan,
un misterioso amuleto,
que a vos me atrae en secreto
como irresistible imán.
Tal vez Satán puso en vos
su vista fascinadora,
su palabra seductora
y el amor que negó a Dios.
¿Y qué he de hacer, ¡ay de mí!,
sino caer en vuestros brazos,
si el corazón en pedazos
me vais robando de aquí?
No, don Juan; en poder mío
resistirte no está ya;
yo voy a ti, como va
sorbido al mar ese río.
Tu presencia me enajena,
tus palabras me alucinan,
y tus ojos me fascinan,
y tu aliento me envenena.
¡Don Juan! ¡Don Juan! Yo lo imploro
de tu hidalga compasión:
o arráncame el corazón,
o ámame, porque te adoro.


DON JUAN
¡Alma mía! Esa palabra
cambia de modo mi ser,
que alcanzo que puede hacer
hasta que el Edén se me abra.

No es, doña Inés, Satanás
quien pone este amor en mí;
es Dios, que quiere por ti
ganarme para Él quizás.
No; el amor que hoy se atesora
en mi corazón mortal,
no es un amor terrenal
como el que sentí hasta ahora;
no es esa chispa fugaz
que cualquier ráfaga apaga;
es incendio que se traga
cuanto ve, inmenso, voraz.
Desecha, pues, tu inquietud,
bellísima doña Inés,
porque me siento a tus pies
capaz aún de la virtud.
Sí; iré mi orgullo a postrar
ante el buen Comendador,
y, o habrá de darme tu amor,
o me tendrá que matar.

DOÑA INÉS
¡Don Juan de mi corazón!


DON JUAN
¡Silencio! ¿Habéis escuchado?

DOÑA INÉS
¿Qué?

DON JUAN
Sí; una barca ha atracado
debajo de ese balcón.
Un hombre embozado de ella
salta... Brígida, al momento


(Entra BRÍGIDA.)
pasad a esotro aposento;
y perdonad, Inés bella,
si solo me importa estar.

DOÑA INÉS
¿Tardarás?

DON JUAN
Poco ha de ser.

DOÑA INÉS
A mi padre hemos de ver.


DON JUAN
Sí; en cuanto empiece a clarear.
Adiós.

1 comment:

biba_46 said...

Q bonita escena! Gracias por subirla, la estaba buscando.
Besitos