Friday 9 May 2008

La princesa cojita

rase una vez, en un reino muy muy lejano, un rey una reina que deseaban tener hijos más que nada en el mundo.

El buén Dios les concedió su deseo y la reina dio a luz a una preciosa princesita. Los reyes sintieron absoluta devoción por la princesita tan pronto como vieron al precioso bebé, pero al mismo tiempo sintieron miedo por los infortunios que pudiesen ocurrir a tan linda princesita, pues como es sabido, las princesitas siempre sufren en los cuentos de hadas.

Los reyes pensaron que podían hacer para proteger a la princesita, y tras mucho consultarse el uno al otro, decidieron cortarle un pie. Con tan sólo un pie, la princesita no podría ir muy lejos de palacio donde hay gente malvada, ni trepar a los árboles para contemplar a los pájaros con riesgo de caerse, ni atravesar el sendero más allá de la muralla para ir a oler las flores y perderse en el camino.
Con el tiempo, la princesita del cuento creció llena de gracia y belleza como lo hacen siempre las princesitas en los cuentos. La princesita no podía trepar a los árboles para contemplar a los pájaros, ni tomar el sendero más allá de la muralla para ir a oler las flores. Pero podía escuchar los pájaros cantar desde su balcón dorado, y a veces en primavera, la brisa suave del este le traía el aroma de las flores del sendero.


Un buen día que le princesita estaba asomada a su balcón dorado, sopló un viento fuerte del oeste tan fuerte que arrancó a la princesita de su balcón y la arrastró volando muy lejos del palacio, or encima de los árboles y más lejos que donde el sendero más allá de la muralla se pierde de vista. Cuando el viento del oeste perdió su fuerza, la princesita cayó del cielo y gracias a su vestido dorado de gasas y tules, descendió suavemente hasta el suelo.

Cuando la princesita reunió valor para abrir sus ojos, descubrió que ya no estaba en el palacio de sus padres, sino perdida en un bosque como las princesitas de los cuentos que le leía su madre antes de dormir. La princesa decidió que nada conseguiría quedándose sentada en bosque y se puso a caminar arrastrando la piernecita donde le faltaba un pie.
Como no encontraba el camino, la princesa habló a los pajaritos del bosque: "pajaritos, no os conozco pero os he oido cantar desde mi balcón dorado.¿Podéis decirme en qué dirección debo andar para volver al palacio del rey y la reina?". Los pajaritos silbando indicaron a la princesa la forma de salir del bosque. Cuando la princesita estuvo en el sendero que rodea el bosque, reconoció el olor de las flores que traía la brisa del este. "estas flores huelen como las del sendero más allá de la muralla del palacio que trae la brisa del este, entonces si camino en dirección de la brisa, estaré caminando en la buena dirección".

En esto pasó un lobo hambriento por el bosque. La princesita, que intuyó las malas intenciones del animal por los cuentos que le leía la reina en su cama, intentó subir a un árbol y ocultarse, pero con un sólo pie no pudo trepar por el áspero tronco del árbol. El lobo se acercaba rápidamente y la princesita intentó correr, pero con un sólo pie el lobo le dio alcance y se la comió.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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