Saturday 26 April 2008

Las princesas y los ogros


rase una vez, en un país muy muy lejano, un rey y una reina que reinaban sobre un feliz y próspero reino. El rey y la reina tenían cinco hijas llenas de gracia y belleza como suele suceder a las princesas en este tipo de cuentos. Pero una maldición pesaba sobre el reino: El rey y la reina estaban hechizados de modo que cuando estaban dentro de su palacio se transformaban en ogros trayendo miseria y sufrimiento a los cortesanos, sirvientes y a sus cinco hijas las princesas.

Todas las noches las cinco princesas lloraban a causa de los sufrimientos inflingidos por sus hechizados padres el rey y la reina, cada una contemplando el cielo estrellado desde el balcón de su cuarto.

Una noche, la más jóven de todas pidió a la estrella más brillante del firmamento que la convirtiese en un pájaro para poder escapar volando de la furia de sus padres los ogros, mientras sus lágrimas se derramaban sobre su balcón de plata. La estrella, apiadada, convirtió a la princesa en un ruiseñor. Pero todas las ventanas del palacio estaban cubiertas de rejas y la princesa, convertida en ruiseñor, voló y voló por el palacio encontrando en cada intento de escapada un duro muro de piedra o una reja de metal. Al día siguiente sus padres los ogros la metieron en una jaula desde donde sólo podía soñar con volar muy lejos del palacio.

La siguiente noche, la siguiente princesa más jóven pidió llorando desde su balcón de cristal a la estrella más brillante del firmamento que la convirtiese en una flor para que sus padres los ogros se conmoviesen con su fragilidad y belleza y no le hiciesen más mal. La estrella, apiadada, convirtió a la princesa en un lirio blanco. Pero a la mañana siguiente los ogros, sin conmoverse ante la belleza de la flor pues ogros eran al fin y al cabo, la pisotearon esparciendo sus blancos pétalos por el suelo de su habitación de cristal.

A la siguiente noche, la siguiente princesa más jóven pidió a la estrella más brillante del firmamento que la convirtiese en un resistente árbol para poder soportar la furia de sus hechizados padres los ogros, mientras lloraba desconsolada sobre su balcón de hierro. La estrella, apiadada, convirtió a la princesa en un olivo. Pero a la mañana siguiente los ogros cargaron contra el olivo arañando su tronco y quebrando sus ramas, y el olivo, aunque sentía menos que una princesa, no podía sino ver marchitar sus hojas bajo la garra cruel de los ogros.

A la siguiente noche, la siguiente princesa más jóven pidió llorando desde su balcón de bronce a la estrella más brillante del firmamento que la convirtiese en un ogro para poder enfrentarse a sus padres los ogros en igualdad de condiciones. La piadosa estrella convirtió a la princesa en un ogro. Pero a la mañana siguiente los ogros se enfrentaron a su hija convertida en ogro también, y como ellos eran dos, redujeron fácilmente a la princesa. Además la violencia de su carga fue aún más fuerte y despiadada, pues un ogro siempre resulta más odioso que una princesa.La princesa-ogro tuvo que lamerse sus heridas en un rincón del palacio, llena de furia y dolor puesto que ahora era un ogro tan lleno de odio como sus padres.

Finalmente, una noche la más mayor de las princesas lloró desde su balcón de oro mientras pedía a la estrella más brillante del firmamento que acabase con su sufrimiento y el de sus hermanas a mano de sus padres: "Estrella más brillante del firmamento; haz que en mi familia no haya más ogros". Entonces la estrella, apiadada, levantó el hechizo que pesaba sobre los reyes y convirtió a la familia de la princesa en una familia de personas normales.

Y el sufrimiento se acabó en aquel reino y las princesas vivieron felices con sus padres el rey y la reina por siempre jamás.

Colorín colorado, este cuento se ha acabado.



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